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domingo, 28 de febrero de 2010

Ganò Independiente


Si Caiga Quien Caiga estuviera al aire, se preguntaría: "¿Qué estará haciendo Rodolfo Molina en este momento?". Qué buena pregunta, Mario... Si el presidente de Racing todavía quiere denunciar que a Independiente lo favorecen con penales dudosos, Olé lo invita a ver la foto que acompaña esta doble página. ¿O acaso Braian Lluy no toca la pelota con la mano? Al fin y al cabo, la jugada en cuestión es la que resolvió el clásico: Darío Gandín cambió la falta por gol y dejó a la Academia hasta las manos.

Un Independiente-Racing de por sí es lo suficientemente caliente durante los 90 minutos como para que haya que hacerle subir la temperatura en la semana. Los jugadores se mantuvieron al margen de un cruce de palabras que tuvo como protagonistas a los presidentes y el que terminó comiéndose la lengua fue el de la Academia. El del Rojo, Julio Comparada, que había abierto el juego sospechando de los fallos arbitrales, nada tendrá que reprocharle al pito Pittana, quien acertó la jugada más fina de la tarde.

La acción para cuestionarle al árbitro debutante en este duelo barrial es una falta a Bieler (lo cruzaron entre Galeano y Mareque), pero era a centímetros del área... Después, el juez tuvo mano para echar un jugador por lado: Hauche le entró duro a Acevedo y Patricio Rodríguez se ganó las duchas por dos foules innecesarios en un momento que era su equipo el que estaba hasta el cuello.

Porque la mano (o el guante) de Gabbarini rozó un remate envenenado de Aveldaño que no fue 1-1 porque el travesaño se le opuso. Y porque cada centro que caía en el área roja tenía olor a empate. Ahí, en esas pelotas paradas del final, es donde, agarrón va, palabra viene, se empezó a cocinar la batalla final. Hasta la manga (inflable...).

Con el triunfo consumado, tras 94 hirvientes minutos, los futbolistas de Racing se retiraron cabizbajos y los de Independiente, lógico, deliraron ante sus hinchas. Parecía un festejo clásico más. Pero cuando rumbearon hacia el vestuario, saltando y cantando "a Racing me lo cojo" y "te vas a la B", los esperaba una sorpresa. Y no precisamente de las que a uno le gustaría recibir tras un triunfo. Resultó que a Aveldaño le quedó una asunto pendiente con Gracián y, flanqueado por otros compañeros (se mencionó a Castromán y Hauche, entre los más participativos de la trifulca), invitó al Tano a pelarse al grito de "vení, cagón". La reacción de los players locales no tardó en llegar y Acevedo, al que varios intentaron separar, se le fue encima. Volaron varios trompazos y la paz llegó a tiempo. Si hubiera sido una pelea de boxeo, las tarjetas habrían dado un empate. Aunque el Rojo ya había golpeado en la cancha: extendió su paternidad a diez partidos, sacó ventaja de 21 en el historial, se acomodó más arriba y dejó a Racing al borde del nocaut, en zona de Promo. Sí, hasta las manos.

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